El milagro eucarístico que dio origen a la Fiesta de Corpus Christi

sábado, 5 de junio de 2010

Se lo conoce como el Milagro de Bolsena, ciudad italiana y ocurrió en un período difícil de la Iglesia Católica: la Edad Media. El nombre del sacerdote Pedro de Praga está unido en forma indisoluble a uno de los milagros eucarísticos más extraordinarios de la historia de la Iglesia. Mañana la Iglesia celebra la fiesta de Corpus Christi.


Sin dudas, el prodigio más importante dentro de la historia del cristianismo es la herencia que Cristo nos dejó al instituir la eucaristía durante la Última Cena, y que representa la primera misa en la historia de la humanidad.
Pero vamos a ocuparnos de este milagro, considerado el más importante de su tipo ocurrido en el año 1263 en la ciudad de Bolsena, al norte de Roma, el cual originó que se instituyera la celebración de Corpus Christi, la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo que celebramos al domingo siguiente a la de la Santísima Trinidad y que fue instituida por el Papa Urbano IV en 1264 para afirmar la presencia real de Jesús en la Eucaristía, en contra de los cuestionamientos de algunas personas de la época que negaban tal presencia.

Historia de un milagro
Hacia el siglo XIII, una religiosa, la hermana Juliana de Liege experimentó en varias ocasiones la visión de la luna con una línea negra. En una de esas tantas experiencias, sintió que Jesús le decía que la luna representaba al año litúrgico con todas sus fiestas, pero que esa raya negra indicaba la ausencia de una fiesta que honra a la Eucaristía. La hermana Juliana –hoy beata- hablaba de estos hechos con el padre Santiago Pantaleón, quien luego sería el Papa Urano IV. Ambos personajes vivieron en la Edad Media, período difícil y vergonzoso para la Iglesia Católica. Corrupción y herejías eran expuestas por figuras fuertes dentro de la misma Iglesia, una de las más graves fue la duda que se sembró en cuanto a la presencia real de Cristo en la Eucaristía, ocasionando grandes confusiones y problemas de fe para muchos.
Sin embargo, el Señor balanceó la oscuridad con la luz y el resplandor de grandes hombres, como San Francisco de Asís, Santo Domingo, San Antonio de Padua, Santo Tomás de Aquino, gran defensor de la Eucaristía; el Papa Urbano IV, que instituyó la fiesta de Corpus Christi y… el Milagro Eucarístico ocurrido en 1263 en Bolsena, relacionado con un sacerdote llamado Pedro de Praga.

Hombre de poca fe
La historia no se ocupa de la vida de Pedro de Praga ni antes ni después de que ocurrió el milagro. Se que era un buen hombre, de grandes virtudes, pero a causa de las corrientes ideológicas que se desataron por aquel tiempo, atravesó grandes dudas sobre la presencia física de Jesús en la Eucaristía.
Luego de separarse de la Iglesia Católica -no creía en la transubstanciación- se arrepintió y buscó su reintegración a la Iglesia. Con este fin se encaminó desde Alemania a la Santa Sede para visitar las tumbas de san Pedro y san Pablo y así mostrar su arrepentimiento, haciéndoselo también saber a las autoridades eclesiásticas.
En su viaje el sacerdote llegó a Bolsena y decidió alojarse allí. En esta ciudad le solicitaron insistentemente celebrar una misa, ya que debido a la persecución religiosa en dicho lugar eran escasos los sacerdotes. Pedro de Praga accedió y pidió hacerlo en la capilla de Santa Cristina, una niña mártir de los primeros tiempos de la Iglesia; milagroso altar el de la santa. Pedro estaba buscando toda la ayuda que pudiera encontrar y solamente conocía una manera: pedir. El tenía fe, pero no lo sabía. No pedía ayuda fuera de la Iglesia, no le pedía ayuda a los hombres porque sabía que la única forma en que podía recobrar su fe y hacerse santo era a través de Jesús.
Al amanecer hizo la única cosa que sabía hacer: fue a la capilla celebrar la santa misa. Al llegar al momento de la consagración nuevamente dudó, pero tuvo como respuesta un hecho insólito: cuando elevó la hostia muy alto sobre su cabeza y pronunció las palabras «esto es mi cuerpo», el pan sin levadura se convirtió en carne, empezó a sangrar profusamente y la sangre cayó sobre el corporal; y el vino contenido en el cáliz se convirtió en sangre.
El sacerdote, asustado y no sabiendo exactamente qué hacer, envolvió la hostia en el corporal, lo dobló y lo dejó en el altar sin percatarse de las gotas de sangre que habían caído en el piso de mármol, enfrente del altar.

La fiesta del Cuerpo de Cristo
El padre Pedro inmediatamente fue a contar lo que le había sucedido al Papa Urbano IV, en ese tiempo residente en Orvieto, a poca distancia de Bolsena. El pontífice mandó a un obispo al lugar para que hablara con el sacerdote de la Iglesia y poder verificar lo que el padre Pedro le había dicho y para traer a Orvieto la Hostia Sagrada y el corporal. Cuando el Papa Urbano vio aquel milagro eucarístico, se arrodilló al ver al Señor convertido ante él, en forma física. En el balcón del palacio papal lo elevó reverentemente y se lo mostró a las personas de la ciudad, proclamando que el Señor realmente había visitado su pueblo y declaró que el milagro eucarístico de Bolsena realmente había disipado las herejías que habían estado extendiendo sin ton ni son por Europa.
En la catacumba de Santa Cristina se conserva la hostia convertida en carne, mientras que en Orvieto se conservan el corporal sobre el que se derramó la sangre emanada.
Durante el año siguiente el Papa Urbano IV se ocupó casi exclusivamente en la labor de escribir la bula papal, Transiturus, la cual fue publicada el 11 de Agosto de 1264. Con esa bula instituyó la fiesta de Corpus Christi en honor del Santísimo Sacramento, la Eucaristía.
Muchos son los milagros que se han sucedido en el mundo a la largo de la historia desde aquel de Bolsena. La lista es extensa, los más conocidos son los de Lanciano –primer milagro eucarístico ocurrido hacia el año 700-, el de Siena, Cascia y Bologna en Italia; en todos ellos, y a pesar de los años, pueden ser vistos por cualquier persona, creyente o no. La ciencia a buscado explicar de un modo científico cómo una hostia se haya convertido en un trozo de carne con las propiedades y características de una persona viva, o que al partir una hostia la misma conserve el mismo peso en cada una de esas partes como si fuera un todo, muchos científicos incrédulos han cambiado su pensar después de no encontrar explicación alguna.
Santarem de Portugal, el de Avignon en Francia, el de San Antonio de Papua y la mula, son también milagros de la presencia real de Jesús en la Eucaristía.