TERCER ENCUENTRO

miércoles, 19 de agosto de 2009

El Pueblo de Dios y el pueblo pobre

1.- Este mundo injusto es una pirámide,
muy pocos arriba, muchos en la base. (2)
También nuestra patria es una pirámide,
los pocos de arriba oprimen la base. (2)
Oh pueblo de pobres, pueblo dominado,
¿qué haces ahí, quieto y marginado?
Este mundo injusto debe ser cambiado,
levántate pueblo, no te quedes parado.

2.- Vivir no podemos en esta pirámide,
con lujos arriba y abajo con hambre. (2)
El pueblo oprimido que vive en la base,
hará que se caiga la injusta pirámide. (2)

3.- El pueblo que quiera romper la pirámide
debe organizarse en comunidades. (2)
La fe nos exige vivir siempre unidos,
al lado del pobre y del oprimido. (2)

Hablando del “Pueblo de Dios”, debemos pensar también en el pueblo de pobres que existe en nuestro país. Es un país de mucha pobreza, y a la vez, de mucha injusticia. No todos son pobres. Por esto, usamos la comparación de la pirámide: Pocos arriba, muchos abajo. Pero también, algunos al medio.
¿Cómo vive la gente en esta pirámide? Muchos tratan de subir lo más alto posible. Quieren conseguir un sueldo más alto, una casa más bonita, ropa más costosa, un auto. Es el mismo deseo en la gente de arriba, del medio y de abajo. Aunque uno ya es rico, quiere poseer más. Aunque uno esté en el último lugar, pobre y abandonado, sueña con ser rico.
Otros no se conforman con esta injusticia y pelean y luchan para que a todos les pueda ir mejor. Que no haya explotación, robos, violencia, engaños. Que los ricos dejen de oprimir a sus hermanos y que los pobres empiecen a solidarizarse.
La Iglesia Católica ha asumido en los últimos 40 años (desde la Conferencia de Medellín, 1968) lo que se llama la Opción por los Pobres. ¿Qué significa esta palabra? La Opción por los Pobres es una conversión al interior de la Iglesia. Anteriormente a esto, la Iglesia muchas veces iba de la mano de los patrones, de los militares, de los ricos en general, ahora se dio cuenta de que Dios está siempre al lado de los pobres, y que nosotros, como Iglesia, por lo tanto, también tenemos que estar al lado de los pobres.
En la Iglesia Católica, existen muchos testimonios de cristianos que se colocaron al lado de los pobres para ayudarles en su búsqueda de justicia y liberación. Muchos de ellos sufrieron toda clase de atrocidades de parte de los ricos y poderosos, y a varios de ellos los mataron, como por ejemplo el arzobispo de San Salvador, Mons. Oscar Romero.
Seguramente no nos va a tocar llegar hasta el extremo de estos mártires cuando asumimos también la Opción por los Pobres de la Iglesia. Pero también para nosotros como laicos esta opción tiene muchas consecuencias.
Podemos fijarnos en la gente que compone nuestros grupos: ¿Son gente de clase media o también hay personas de extracto popular? Muchas veces, nuestros grupos, movimientos, consejos etc. están integrados por profesionales, profesores, personas jubiladas. No diremos que esto está mal. Pero debemos reflexionar: ¿Dónde están en nuestros grupos los pobres: los desempleados, el peón de campo, los jornaleros, los niños? Y debemos también reflexionar sobre los motivos que causan muchas veces la ausencia de esta clase de gente de nuestros grupos. En primer lugar siempre habrá que tomar en cuenta su situación de pobres: Tienen que trabajar tanto tiempo, que no pueden darse el lujo de asistir a nuestras reuniones regulares. Pero también puede ser por nuestra manera de trabajar en los grupos.
Todo esto nos debe llevar a una profunda reflexión sobre el sentido de nuestro trabajo como laicos en la Iglesia Católica, sobre nuestra identidad como Pueblo de Dios en medio de un pueblo pobre.
¿Qué significa concretamente la Opción por los Pobres? Aquí hay mucha confusión, porque mucha gente piensa que la Opción por los Pobres solamente significa para la Iglesia que se deben hacer proyectos y realizar actividades para ayudar a la gente pobre. Entonces surge el problema y el peligro del “asistencialismo”. Esta palabra quiere decir, que ayudamos y asistimos a los pobres, pero no los tomamos en serio con su vida y sus experiencias. Muchas veces se hacen proyectos sin preguntar siquiera a los que se van a beneficiar, si lo necesitan, o si lo necesitan de esta forma. Se reparten alimentos, ropa, regalos de navidad, pero no se ayuda a los pobres a superar de fondo su situación de pobreza. La Opción por los Pobres no es esto. Más bien, es preciso dialogar con los pobres, escucharles, valorar su sabiduría y sus conocimientos. Ayudarles a organizarse, a superarse, a exigir justicia y no solamente limosna. La Opción por los Pobres significa, además, que acojamos a los pobres dentro de la Iglesia y que formemos la Iglesia con y desde ellos.
Como último, la Iglesia que ha puesto en práctica la Opción por los Pobres, busca la cercanía a las legítimas organizaciones populares. Estamos convencidos que no podemos lograr nuestra meta, la transformación de la humanidad, si trabajamos solos. Tenemos que buscar la colaboración de mucha gente que también busca la justicia y la liberación, y respetar y valorar su trabajo.
Tenemos que buscar aliados en el campo difícil de la política y del sindicalismo.
Si como cristianos procuramos acompañar a nuestras organizaciones de base, si acogemos a los pobres en la Iglesia, si les ayudamos a formar comunidades, si nos relacionamos con ellos no solamente de manera asistencialista, sino de veras formamos comunidad creyente con ellos, vamos a construir una iglesia de los pobres, Pueblo de Dios en medio de y desde un pueblo de pobres.

SEGUNDO ENCUENTRO DE FORMACION

Dos modelos de ser Iglesia

Cuando hablamos de la Iglesia, no todos tenemos la misma imagen de ella. Muchas veces chocamos, porque algunos defienden la imagen propuesta por el Concilio Vaticano I (1870-1871 y otros, en cambio, tratan de poner en práctica la imagen que nos enseña el Concilio Vaticano II (1962-1965) y las diferentes conferencias generales del episcopado latinoamericano.

1.- Iglesia “Jerarquía”
En esta imagen de la Iglesia, existe un arriba y un abajo – casi como en el cuartel. Por esto el término “Jerarquía”. En la jerarquía todo es orden y obediencia: General manda a coronel, éste manda al mayor etc. En este modelo de Iglesia es igual: Obispo manda a sacerdote, sacerdote a laico, éste obedece.
Se puede ascender en categoría – y muchas veces los cristianos piensan que es lo más importante. Los laicos quieren ser curas, los curas quieren ser obispos. Los laicos comprometidos o de cofradías etc. piensan que valen más que los otros.
Toda la relación con Dios es hacia arriba – y la gracia de Dios viene de ahí y baja, poco a poco, hasta llegar apenas, como goteando, también a los laicos.

2.- Iglesia “Pueblo de Dios”
Esta segunda imagen de la Iglesia es diferente: Aquí todo está en movimiento. Todo el pueblo se mueve hacia una meta: el Reino de Dios. Todos van mezclados: obispos, religiosas, laicos... La eucaristía y la Biblia van junto con el pueblo; y éste se reúne alrededor de ellas, junto con sus pastores. Dios está en medio del pueblo y enseña el camino. Todos juntos están en la búsqueda del bien y se relacionan directamente con Dios.
Este pueblo camina a través del mundo: la violencia, la guerra, la contaminación, la pobreza, el trabajo. No es indiferente a lo que pasa en el mundo: Los cristianos tratan de pacificar, de construir y de unir a toda la humanidad.
Este pueblo es una comunidad de iguales, no porque todos somos iguales, con las mismas capacidades y debilidades, sino porque todos tenemos los mismos derechos y deberes fundamentales.
Por esto el Concilio Vaticano II dice: “Por el nombre de laicos se entiende aquí todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros que han recibido un orden sagrado y los que están en estado religioso reconocido por la Iglesia, es decir, los fieles cristianos que, por estar incorporados a Cristo mediante el bautismo, constituidos en Pueblo de Dios y hechos partícipes a su manera de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen, por su parte, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo.” (LG 31)
Esto contradice abiertamente la afirmación del anterior concilio. Todos los cristianos somos sacerdotes, profetas y reyes.
¿Qué quiere decir esta idea de que todos los cristianos somos sacerdotes, profetas y reyes? Esta idea viene de la afirmación de que Cristo es el Sacerdote, Profeta y Rey por excelencia, y todos los bautizados somos parte de él. Por lo tanto, participamos en el poder de Cristo con el que santifica, enseña y gobierna. Concretamente, ¿qué significa todo esto para nosotros?

v Somos sacerdotes: podemos relacionarnos directamente con Dios y ponemos al mundo en relación con Dios.

v Somos profetas: podemos anunciar la buena nueva y denunciar lo que se opone a ella – en el mundo y en la Iglesia.

v Somos reyes: podemos asumir nuestra responsabilidad en la Iglesia y en el mundo.

Por esto, los laicos “no solamente pertenecemos a la Iglesia, sino somos la Iglesia”, como dice el Papa Pío XII. No somos algo secundario o menos importantes en la Iglesia, sino estamos en primera fila, junto con los sacerdotes, diáconos, religiosos y demás agentes de pastoral.

Reflexión Bíblica: 1 Cor 12,8-30
San Pablo nos dice, que en la Iglesia todos pertenecemos a un solo cuerpo, pero con tareas diferentes. Nadie puede faltar, ni el más pequeño, insignificante o despreciado. Incluso los más despreciados aparentemente son los más importantes.
Ningún miembro de este cuerpo es independiente, ninguno puede vivir sin los demás. Incluso los que al parecer son más importantes, como los ojos, las manos, el corazón etc. dependen de los otros. También en la Iglesia, no puede haber sacerdotes sin laicos, obispo sin fieles, catequista sin catequizandos etc. Por esto, en la Iglesia ninguna persona es más importante que otra.
Cada una y cada uno en el Pueblo de Dios tiene que conocer sus propias capacidades y vivir según ellas. Mis capacidades son un don de Dios que tengo que invertir por el bien de la comunidad.
Somos un pueblo solidario: Si uno sufre, todos sufren con él. Si alguien siente necesidad, todos tenemos que ayudarle. Si alguno se alegra, todos comparten la alegría.