Siete ventajas preciosas para el que porpaga la devoción al Espíritu Santo

miércoles, 26 de mayo de 2010


1ª Se crea un lazo de amor entre nuestra alma y la Tercera Persona de la Santísima Trinidad
2ª Un aumento notable de todas nuestras devociones, especialmente a la Sagrada Eucaristía, al Corazón de Jesús y a la Santísima Virgen.
3ª Una seguridad de recibir en el alma más inspiraciones del Espíritu Santo y la fuerza para ponerlas en práctica.
4ª Procurar de una manera excelente la gloria de Dios, trabajando cada día en hacer conocer y amar al Santificador de las almas.
5ª Trabajar muy especialmente por el advenimiento del reinado de Dios en el mundo, por la acción del Espíritu vivificante.
6ª Ser verdadera y prácticamente apóstol del Espíritu Santo
7ª Atraer sobre el alma auxilios espirituales del Espíritu Santo, más íntima unión con Dios por medio del Santificador, mayor progreso en la oración mental, más consuelo y hasta alegría en la hora de la muerte, después de tan sublime apostolado.

El invocar a menudo al Espíritu Santo es prenda segura de acierto en las situaciones variadas de nuestra vida.

Los doce frutos del Espíritu Santo

Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: “caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad” (Ga 5,22-23, vulg.). (1832, CIC)

De los frutos de caridad, de gozo y de paz
Los tres primeros frutos del Espíritu Santo son la caridad, el gozo y la paz. Estos tres frutos están unidos y se derivan naturalmente uno del otro.
-La Caridad o el amor ferviente nos da la posesión de Dios
-El Gozo nace de la posesión de Dios, que no es otra cosa que el reposo y el contento que se encuentra en el goce del bien poseído.
-La Paz que, según San Agustín; es la tranquilidad en el orden. Mantiene al alma en la posesión de la alegría contra todo lo que es opuesto. Excluye toda clase de turbación y de temor.

De los frutos de Paciencia y Mansedumbre
- La Paciencia modera la tristeza.
- La Mansedumbre modera la cólera.
Los frutos anteriores disponen al alma a la paciencia, mansedumbre y moderación. Es propio de la virtud de la paciencia moderar los excesos de la tristeza y de la virtud de la mansedumbre moderar los arrebatos de cólera que se levanta impetuosa para rechazar el mal presente. El esfuerzo por ejercer la paciencia y la mansedumbre como virtudes requiere un combate que requiere violentos esfuerzos y grandes sacrificios.

De los frutos de bondad y benignidad
Estos dos frutos miran al bien del prójimo.
La Bondad y la inclinación que lleva a ocuparse de los demás y a que participen de lo que uno tiene.
La Benignidad. No tenemos en nuestro idioma la palabra que exprese propiamente el significado de benígnitas. La palabra benignidad se usa únicamente para significar dulzura y esta clase de dulzura consiste en tratar a los demás con gusto, cordialmente, con alegría, sin sentir la dificultad que sienten los que tienen la benignidad sólo en calidad de virtud y no como fruto del Espíritu Santo.

Del fruto de longanimidad (perseverancia)
La longanimidad o perseverancia nos ayudan a mantenernos fieles al Señor a largo plazo. Impide el aburrimiento y la pena que provienen del deseo del bien que se espera, o de la lentitud y duración del bien que se hace, o del mal que se sufre y no de la grandeza de la cosa misma o de las demás circunstancias. La longanimidad hace, por ejemplo, que al final de un año consagrado a la virtud seamos más fervorosos que al principio.

Del fruto de la fe (fidelidad)
La fe como fruto del Espíritu Santo, es cierta facilidad para aceptar todo lo que hay que creer, firmeza para afianzarnos en ello, seguridad de la verdad que creemos sin sentir repugnancias ni dudas, ni esas oscuridades y terquedades que sentimos naturalmente respecto a las materias de la fe.

De los frutos de Modestia, Continencia (templanza) y Castidad
La modestia regula los movimientos del cuerpo, los gestos y las palabras. Como fruto del Espíritu Santo, todo esto lo hace sin trabajo y como naturalmente, y además dispone todos los movimientos interiores del alma, como en la presencia de Dios. Nuestro espíritu, ligero e inquieto, está siempre revoloteando par todos lados, apegándose a toda clase de objetos y charlando sin cesar. La modestia lo detiene, lo modera y deja al alma en una profunda paz, que la dispone para ser la mansión y el reino de Dios: el don de presencia de Dios. Sigue rápidamente al fruto de modestia, y ésta es, respecto a aquélla, lo que era el rocío respecto al maná. La presencia de Dios es una gran luz que hace al alma verse delante de Dios y darse cuenta de todos sus movimientos interiores y de todo lo que pasa en ella con más claridad que vemos los colores a la luz del mediodía.
Las virtudes de continencia y castidad atañen a los placeres del cuerpo, reprimiendo los ilícitos y moderando los permitidos.
-La continencia o templanza refrena la desordenada afición de comer y de beber, impidiendo los excesos que pudieran cometerse
-La castidad regula o cercena el uso de los placeres de la carne.
Mas los frutos de continencia y castidad desprenden de tal manera al alma del amor a su cuerpo, que ya casi no siente tentaciones y lo mantienen sin trabajo en perfecta sumisión.

El Espíritu Santo actúa siempre para un fin: nuestra santificación que es la comunión con Dios y el prójimo por el amor.

Oración para pedir los dones del Espíritu Santo

¡OH Espíritu Santo!, humildemente te suplico que enriquezcas mi alma con la abundancia de tus dones.
Haz que yo sepa, con el Don de la Sabiduría, apreciar en tal grado las cosas divinas, que con gozo y facilidad sepa frecuentemente prescindir de las terrenas.
Que acierte con el Don de Entendimiento, a ver con fe viva la trascendencia y belleza de la verdad cristiana.
Que, con el Don de Consejo, ponga los medios más conducentes para santificarme, perseverar y salvarme.
Que el Don de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos en la confesión de la fe y en el camino de salvación.
Que sepa con el Don de Ciencia, discernir claramente entre el bien y el mal, entre lo falso y lo verdadero, descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del pecado.
Que, con el Don de Piedad, te ame como al Padre, te sirva con fervorosa devoción y sea misericordioso con el prójimo.
Finalmente, que con el Don de Temor de Dios, tenga el mayor respeto y veneración a los mandamientos divinos, cuidando con creciente delicadez de no quebrantarlos lo más mínimo.
Lléname sobre todo, de tu santo amor. Que ese amor sea el móvil de toda mi vida espiritual. Que lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la sublimidad de tu doctrina, la bondad de tus preceptos, la dulzura de tu caridad. Amén.

Los siete dones del Espíritu Santo:

sábado, 22 de mayo de 2010

Estos dones son regalos de Dios y sólo con nuestro esfuerzo no podemos hacer que crezcan o se desarrollen. Necesitan de la acción directa del Espíritu Santo para poder actuar con ellos.

SABIDURÍA: Nos permite entender, experimentar y saborear las cosas divinas, para poder juzgarlas rectamente.
ENTENDIMIENTO: Por él, nuestra inteligencia se hace apta para entender intuitivamente las verdades reveladas y las naturales de acuerdo al fin sobrenatural que tienen. Nos ayuda a entender el por qué de las cosas que nos manda Dios.
CIENCIA: Hace capaz a nuestra inteligencia de juzgar rectamente las cosas creadas de acuerdo con su fin sobrenatural. Nos ayuda a pensar bien y a entender con fe las cosas del mundo.
CONSEJO: Permite que el alma intuya rectamente lo que debe de hacer en una circunstancia determinada. Nos ayuda a ser buenos consejeros de los demás, guiándolos por el camino del bien.
FORTALEZA: Fortalece al alma para practicar toda clase de virtudes heroicas con invencible confianza en superar los mayores peligros o dificultades que puedan surgir. Nos ayuda a no caer en las tentaciones que nos ponga el demonio.
PIEDAD: Es un regalo que le da Dios al alma para ayudarle a amar a Dios como Padre y a los hombres como hermanos, ayudándolos y respetándolos.
TEMOR DE DIOS: Le da al alma la docilidad para apartarse del pecado por temor a disgustar a Dios que es su supremo bien. Nos ayuda a respetar a Dios, a darle su lugar como la persona más importante y buena del mundo, a nunca decir nada contra Él.

El Espíritu Santo y la Iglesia:

Desde la fundación de la Iglesia el día de Pentecostés, el Espíritu Santo es quien la construye, anima y santifica, le da vida y unidad y la enriquece con sus dones.
El Espíritu Santo sigue trabajando en la Iglesia de muchas maneras distintas, inspirando, motivando e impulsando a los cristianos, en forma individual o como Iglesia entera, al proclamar la Buena Nueva de Jesús.
Por ejemplo, puede inspirar al Papa a dar un mensaje importante a la humanidad; inspirar al obispo de una diócesis para promover un apostolado; etc.
El Espíritu Santo asiste especialmente al representante de Cristo en la Tierra, el Papa, para que guíe rectamente a la Iglesia y cumpla su labor de pastor del rebaño de Jesucristo.
El Espíritu Santo construye, santifica y da vida y unidad a la Iglesia.
El Espíritu Santo tiene el poder de animarnos y santificarnos y lograr en nosotros actos que, por nosotros, no realizaríamos. Esto lo hace a través de sus siete dones.

Los símbolos del Espíritu Santo

Al Espíritu Santo se le representa de diferentes formas:
El Agua: El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, ya que el agua se convierte en el signo sacramental del nuevo nacimiento.
La Unción: Simboliza la fuerza. La unción con el óleo es sinónima del Espíritu Santo. En el sacramento de la Confirmación se unge al confirmado para prepararlo a ser testigo de Cristo.
El Fuego: Simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu.
La Nube y la Luz: Símbolos inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Así desciende sobre la Virgen María para "cubrirla con su sombra". En el Monte Tabor, en la Transfiguración, el día de la Ascensión; aparece una sombra y una nube.
El Sello: Es un símbolo cercano al de la unción. Indica el carácter indeleble de la unción del Espíritu en los sacramentos y hablan de la consagración del cristiano.
La Mano: Mediante la imposición de manos los Apóstoles y ahora los Obispos, trasmiten el "don del Espíritu".
La Paloma: En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma y se posa sobre Él.

Experiencias del Espíritu Santo en la vida concreta

Cuando se da una esperanza total que prevalece sobre todas las demás esperanzas particulares, que abarca con su suavidad y con su silenciosa promesa todos los cimientos y todas las caídas;
-Cuando se acepta y se lleva libremente una responsabilidad donde no se tienen claras perspectivas de éxito y de utilidad;
-Cuando se da como buena la suma de todas las cuentas de la vida que uno mismo no puede calcular pero que Otro ha dado por buenas, aunque no se puedan probar;
-Cuando la experiencia fragmentada del amor, la belleza y la alegría se viven sencillamente y se captan como promesa del amor, la belleza y la alegría, sin dudar a un escepticismo cínico como consuelo barato del último desconsuelo;
-Cuando el vivir diario, amargo, decepcionante y aniquilador se vive con serenidad y perseverancia hasta el final, aceptado por una fuerza cuyo origen no podemos abarcar ni dominar;
-Cuando se corre el riesgo de orar en medio de tinieblas silenciosas sabiendo que siempre somos escuchados, aunque no percibamos una respuesta que se pueda razonar y disputar;
-Cuando uno se entrega sin condiciones y esta capitulación se vive como una victoria;
-Cuando se experimenta la desesperación, y misteriosamente se siente uno consolado sin consuelo fácil: Allí está Dios y su gracia liberadora, allí conocemos a quien nosotros, cristianos, llamamos Espíritu Santo de Dios".

El Espíritu Santo y la vida cristiana

A partir del Bautismo, el Espíritu divino habita en el cristiano como en su templo (Cf. Rom 8,9.11; 1Cor 3,16; Rom 8,9). Gracias a la fuerza del Espíritu que habita en nosotros, el Padre y el Hijo vienen también a habitar en cada uno de nosotros.
El don del Espíritu Santo es el que:
- nos eleva y asimila a Dios en nuestro ser y en nuestro obrar;
- nos permite conocerlo y amarlo;
- hace que nos abramos a las divinas personas y que se queden en nosotros.
La vida del cristiano es una existencia espiritual, una vida animada y guiada por el Espíritu hacia la santidad o perfección de la caridad. Gracias al Espíritu Santo y guiado por Él, el cristiano tiene la fuerza necesaria para luchar contra todo lo que se opone a la voluntad de Dios. (Cf. Gal 5,13-18; Rom 8,5-17).

Formas de llamar al Espíritu Santo

"Espíritu Santo" es el nombre propio de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, a quien también adoramos y glorificamos, junto con el Padre y el Hijo. Pero Jesús lo nombra de diferentes maneras:
EL PARÁCLITO: Palabra del griego "parakletos", que literalmente significa "aquel que es invocado", es por tanto el abogado, el mediador, el defensor, el consolador. Jesús nos presenta al Espíritu Santo diciendo: "El Padre os dará otro Paráclito" (Jn 14,16). El abogado defensor es aquel que, poniéndose de parte de los que son culpables debido a sus pecados, los defiende del castigo merecido, los salva del peligro de perder la vida y la salvación eterna. Esto es lo que ha realizado Cristo, y el Espíritu Santo es llamado "otro paráclito" porque continúa haciendo operante la redención con la que Cristo nos ha librado del pecado y de la muerte eterna.
EL ESPÍRITU DE LA VERDAD: Jesús afirma de sí mismo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6). Y al prometer al Espíritu Santo en aquel "discurso de despedida" con sus apóstoles en la Última Cena, dice que será quien después de su partida, mantendrá entre los discípulos la misma verdad que Él ha anunciado y revelado. El Paráclito, es la verdad, como lo es Cristo. Los campos de acción en que actúa el Espíritu Santo, son el espíritu humano y la historia del mundo. La distinción entre la verdad y el error es el primer momento de dicha actuación.
Permanecer y obrar en la verdad es el problema esencial para los Apóstoles y para los discípulos de Cristo, desde los primeros años de la Iglesia hasta el final de los tiempos, y es el Espíritu Santo quien hace posible que la verdad a cerca de Dios, del hombre y de su destino, llegue hasta nuestros días sin alteraciones.
Cada vez que rezamos el Credo, llamamos al Espíritu Santo:
SEÑOR Y DADOR DE VIDA: El término hebreo utilizado por el Antiguo Testamento para designar al Espíritu es "ruah", este término se utiliza también para hablar de "soplo", "aliento", "respiración". El soplo de Dios aparece en el Génesis, como la fuerza que hace vivir a las criaturas, como una realidad íntima de Dios, que obra en la intimidad del hombre. Desde el Antiguo Testamento se puede vislumbrar la preparación a la revelación del misterio de la Santísima Trinidad: Dios Padre es principio de la Creación; que la realiza por medio de su Palabra, su Hijo; y mediante el Soplo de Vida, el Espíritu Santo.
La existencia de las criaturas depende de la acción del soplo - espíritu de Dios, que no solo crea, sino que también conserva y renueva continuamente la faz de la tierra. (Cf. Sal 103/104; Is 63, 17; Gal 6,15; Ez 37, 1-14). Es Señor y Dador de Vida porque será autor también de la resurrección de nuestros cuerpos:
"Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a sus cuerpos mortales por su Espíritu que habita en ustedes" (Rom 8,11).


El Espíritu Santo y la Iglesia
La Iglesia nacida con la Resurrección de Cristo, se manifiesta al mundo por el Espíritu Santo el día de Pentecostés. Por eso aquel hecho de que "se pusieron a hablar en idiomas distintos" , (Hch 2,4) para que todo el mundo conozca y entienda la Verdad anunciada por Cristo en su Evangelio.
La Iglesia no es una sociedad como cualquiera; no nace porque los apóstoles hayan sido afines; ni porque hayan convivido juntos por tres años; ni siquiera por su deseo de continuar la obra de Jesús. Lo que hace y constituye como Iglesia a todos aquellos que "estaban juntos en el mismo lugar" (Hch 2,1), es que "todos quedaron llenos del Espíritu Santo" (Hch 2,4).
Una semana antes, Jesús se había "ido al Cielo", y todos los que creemos en Él esperamos su segunda y definitiva venida, mientras tanto, es el Espíritu Santo quien da vida a la Iglesia, quien la guía y la conduce hacia la verdad completa.
Todo lo que la Iglesia anuncia, testimonia y celebra es siempre gracias al Espíritu Santo. Son dos mil años de trabajo apostólico, con tropiezos y logros; aciertos y errores, toda una historia de lucha por hacer presente el Reino de Dios entre los hombres, que no terminará hasta el fin del mundo, pues Jesús antes de partir nos lo prometió: "…yo estaré con ustedes, todos los días hasta el fin del mundo" (Mt. 28,20)



La Iglesia también reconoce al Espíritu Santo como:
SANTIFICADOR: El Espíritu Santo es fuerza que santifica porque Él mismo es "espíritu de santidad". (Cf. Is. 63, 10-11) En el Bautismo se nos da el Espíritu Santo como "don" o regalo, con su presencia santificadora. Desde ese momento el corazón del bautizado se convierte en Templo del Espíritu Santo, y si Dios Santo habita en el hombre, éste queda consagrado y santificado.
El hecho de que el Espíritu Santo habite en el hombre, alma y cuerpo, da una dignidad superior a la persona humana que adquiere una relación particular con Dios, y da nuevo valor a las relaciones interpersonales. (Cf. 1Cor 6,19) .

La Promesa del Espíritu Santo

jueves, 20 de mayo de 2010

Durante la Última Cena, Jesús les promete a sus apóstoles: “Y yo le pediré al Padre que les mande otro Defensor, el espíritu de la Verdad, para que esté siempre con ustedes” (San Juan 14, 16-17).
Más adelante les dice: “Les estoy diciendo esto mientras estoy con ustedes; pero el Defensor, el Espíritu Santo que el Padre va a enviar en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que les he dicho”. (San Juan 14, 25-26).
Al terminar la cena, les vuelve a hacer la misma promesa: “Pero les digo la verdad: es mejor para ustedes que yo me vaya. Porque si no me voy, el Defensor no vendrá para estar con ustedes; pero si me voy, yo se lo enviaré… Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él les guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo oiga, y les hará saber las cosas que van a suceder.” (San Juan 16, 7-14).
En el calendario del Año Litúrgico, después de la fiesta de la Ascensión, a los cincuenta días de la Resurrección de Jesús, celebramos la fiesta de Pentecostés.

Explicación de la fiesta:

Después de la Ascensión de Jesús, se encontraban reunidos los apóstoles con la Madre de Jesús. Era el día de la fiesta de Pentecostés. Tenían miedo de salir a predicar. Repentinamente, se escuchó un fuerte viento y pequeñas lenguas de fuego se posaron sobre cada uno de ellos.
Quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas desconocidas.
En esos días, había muchos extranjeros y visitantes en Jerusalén, que venían de todas partes del mundo a celebrar la fiesta de Pentecostés judía. Cada uno oía hablar a los apóstoles en su propio idioma y entendían a la perfección lo que ellos hablaban.
Todos ellos, desde ese día, ya no tuvieron miedo y salieron a predicar a todo el mundo las enseñanzas de Jesús. El Espíritu Santo les dio fuerzas para la gran misión que tenían que cumplir: Llevar la palabra de Jesús a todas las naciones, y bautizar a todos los hombres en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Es este día cuando comenzó a existir la Iglesia como tal.

¿Quién es el Espíritu Santo?

"Nadie puede decir: ¡Jesús es el Señor! sino por influjo del Espíritu Santo" (1Co 12,3)

Muchas veces hemos escuchado hablar de Él; muchas veces quizá también lo hemos mencionado y lo hemos invocado. Piensa cuántas veces has sentido su acción sobre ti: cuando sin saber cómo, soportas y superas una situación, una relación personal difícil y sales adelante, te reconcilias, toleras, aceptas, perdonas, amas y hasta haces algo por el otro…. Esa fuerza interior que no sabes de dónde sale, es nada menos que la acción del Espíritu Santo que, desde tu bautismo, habita dentro de ti.
El Espíritu Santo ha actuado durante toda la historia del hombre.
El Espíritu Santo es Dios, es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia nos enseña que el Espíritu Santo es el amor que existe entre el Padre y el Hijo. Este amor es tan grande y tan perfecto que forma una tercera persona. El Espíritu Santo llena nuestras almas en el Bautismo y después, de manera perfecta, en la Confirmación. Con el amor divino de Dios dentro de nosotros, somos capaces de amar a Dios y al prójimo. El Espíritu Santo nos ayuda a cumplir nuestro compromiso de vida con Jesús.
En la Biblia se menciona desde el principio, aunque de manera velada. En los capítulos 14, 15 y 16 del Evangelio de San Juan Jesús presenta oficialmente al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo mora en nosotros: En San Juan 14, 16, encontramos la siguiente frase: “Yo rogaré al Padre y les dará otro abogado que estará con ustedes para siempre”. También, en I Corintios 3. 16 dice: “¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en ustedes?”. Es por esta razón que debemos respetar nuestro cuerpo y nuestra alma. Está en nosotros para obrar porque es “dador de vida” y es el amor. Esta aceptación está condicionada a nuestra aceptación y libre colaboración. Si nos entregamos a su acción amorosa y santificadora, hará maravillas en nosotros.
El Espíritu Santo ora en nosotros: Necesitamos de un gran silencio interior y de una profunda pobreza espiritual para pedir que ore en nosotros el Espíritu Santo. Dejar que Dios ore en nosotros siendo dóciles al Espíritu. Dios interviene para bien de los que le aman.
El Espíritu Santo nos lleva a la verdad plena, nos fortalece para que podamos ser testigos del Señor, nos muestra la maravillosa riqueza del mensaje cristiano, nos llena de amor, de paz, de gozo, de fe y de creciente esperanza.

¿Qué es Pentecostés?

miércoles, 19 de mayo de 2010


Una festividad cristiana que data del siglo primero y estaba muy estrechamente relacionada con la Pascua

Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv 23 15-21; Dt 169). Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (= cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex 34, 22 se celebraba al término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de cuándo llegaba cada año la cosecha a su sazón, pero tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía un sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero luego, el sentido de la celebración cambió por el dar gracias por la Ley entregada a Moisés.
En esta fiesta recordaban el día en que Moisés subió al Monte Sinaí y recibió las tablas de la Ley y le enseñó al pueblo de Israel lo que Dios quería de ellos. Celebraban así, la alianza del Antiguo Testamento que el pueblo estableció con Dios: ellos se comprometieron a vivir según sus mandamientos y Dios se comprometió a estar con ellos siempre.
La gente venía de muchos lugares al Templo de Jerusalén, a celebrar la fiesta de Pentecostés.

En el marco de esta fiesta judía es donde surge nuestra fiesta cristiana de Pentecostés: el libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch 2 1.4). A partir de este acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana de primera categoría (Hch 20 16; 1 Cor 168).

PENTECOSTÉS, algo más que la venida del espíritu...

La fiesta de Pentecostés es uno de los Domingos más importantes del año, después de la Pascua. En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto.
Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta fue llamada por el pueblo segunda Pascua, la liturgia actual de la Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad después de la festividad de Pascua, no pretende hacer un paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual. Vale decir como una fiesta de plenitud y no de inicio. Por lo tanto no podemos desvincularla de la Madre de todas las fiestas que es la Pascua.
En este sentido, Pentecostés, no es una fiesta autónoma y no puede quedar sólo como la fiesta en honor al Espíritu Santo. Aunque lamentablemente, hoy en día, son muchísimos los fieles que aún tienen esta visión parcial, lo que lleva a empobrecer su contenido.
Hay que insistir que, la fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.
Es bueno tener presente, entonces, que todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.

Culminar con una vigilia:

Entre las muchas actividades que se preparan para esta fiesta, se encuentran, las ya tradicionales, Vigilias de Pentecostés que, bien pensadas y lo suficientemente preparadas, pueden ser experiencias profundas y significativas para quienes participan en ellas.
Una vigilia, que significa “Noche en vela” porque se desarrolla de noche, es un acto litúrgico, una importante celebración de un grupo o una comunidad que vigila y reflexiona en oración mientras la población duerme. Se trata de estar despiertos durante la noche a la espera de la luz del día de una fiesta importante, en este caso Pentecostés. En ella se comparten, a la luz de la Palabra de Dios, experiencias, testimonios y vivencias. Todo en un ambiente de acogida y respeto.
Es importante tener presente que la lectura de la Sagrada Escritura, las oraciones, los cantos, los gestos, los símbolos, la luz, las imágenes, los colores, la celebración de la Eucaristía y la participación de la asamblea son elementos claves de una Vigilia.
En el caso de Pentecostés centramos la atención en el Espíritu Santo prometido por Jesús en reiteradas ocasiones y, ésta vigilia, puede llegar a ser muy atrayente, especialmente para los jóvenes, precisamente por el clima de oración, de alegría y fiesta.
Algo que nunca debiera estar ausente en una Vigilia de Pentecostés son los dones y los frutos del Espíritu Santo. A través de diversas formas y distintos recursos (lenguas de fuego, palomas, carteles, voces grabadas, tarjetas, pegatinas, etc.) debemos destacarlos y hacer que la gente los tenga presente, los asimile y los haga vida.
No sacamos nada con mencionarlos sólo para esta fiesta, o escribirlos en hermosas tarjetas, o en lenguas de fuego hechas en cartulinas fosforescentes, si no reconocemos que nuestro actuar diario está bajo la acción del Espíritu y de los frutos que vayamos produciendo.
Invoquemos, una vez más, al Espíritu Santo para que nos regale sus luces y su fuerza y, sobre todo, nos haga fieles testigos de Jesucristo, nuestro Señor.
(Fuente catholic.net)

EN AGOSTO, LA II EXPO PASTORAL

viernes, 14 de mayo de 2010


Será el 27 y 28 de agosto en el amplio salón del Fortín Tradición y Libertad y ha sido declarada de “interés municipal” por el intendente Carlos Oreste. Carlos Seoane será el artista de lujo que cerrará la expo.

Después de su gran aceptación por parte de la comunidad y del numeroso público asistente en su primera edición, en el 2009, este año los organizadores de la Expo Pastoral de la parroquia Santa Rosa de Lima han elegido las amplias y cómodas instalaciones del Fortín Tradición y Libertad de la calle Dorrego para que los más de 20 grupos y movimientos de la parroquia expongan a la comunidad sus actividades y proyectos pastorales, todo esto enmarcado dentro de las actividades programadas por los festejos de la santa patrona de Coronel Pringles, Rosa de Lima, que se celebra el 30 de agosto.
Esta II Expo Pastoral tendrá un matiz muy especial, puesto que el día de su habilitación, 27 de agosto, el diácono pringlense Maxi Garaicochea será ordenado sacerdote por el arzobispo Guillermo Garlatti en una ceremonia concelebrada con el párroco local, Ernesto Mendiondo, en el templo mayor de Pringles, la parroquia Santa Rosa de Lima.
Al día siguiente, el 28, se presentará el reconocido cantautor católico argentino Carlos Seoane, en un espectáculo lleno de canciones y reflexiones donde el artista presentará su show ‘Líbranos del mal… humor’.
En conversación telefónica desde Buenos Aires con el programa católico ‘Es por Cristo’, que se emite todos los sábados de 10 a 11 de la mañana por FM Transformación, los conductores Cristina Iaffei y Guillermo Elcano, preguntaban a Seoane en que consiste su espectáculo, a lo que el artista expresó: “Si te dijera que es un concierto, un recital te mentiría. Es eso y algo más. Se trata de canciones pero que van acompañadas por algunos monólogos y algunas reflexiones que tratan de presentar nuestra fe pero desde el punto de vista del humor, desde la óptica del humor. Lo cual provoca que además de reflexionar nos riamos mucho, y esa es la mejor manera de reflexionar mientras nos reímos”.
Continuando con la entrevista, Carlos Seoane agregó: “Una vez alguien dijo que el humor es una cosa muy seria. Y para eso tratamos de utilizarla, para que nos ayude a mirarnos a nosotros mismos, a no tomarnos tan en serio que es la enfermedad más grande que tenemos y a darnos cuenta de que nuestro muy buen Dios tiene muy buen humor, de que nos quiere mucho y que por lo tanto podemos vivir más relajaditos, más tranquilos”.
En otra parte de la comunicación telefónica, le preguntaron acerca de la canción No lloraré, un tema muy particular por su contenido y que refleja el estilo del artista. La pregunta era si lo que cuenta en esa canción a el le sucedió, y entre risas, señaló: “sí, algunas cosas sí, literalmente, no todas, algunas uno las ve en otros, otras te las imaginás, pero hay muchas que están ahí que son literales, no tengas dudas”.
“Uno a veces se fija en los detalles pequeños en vez de ver las grandes cosas, lo más importante. Realmente uno se queja por tonterías y lo que apunta la canción es eso en no andar mirando las nimiedades que muchas veces nos pasan y que son contrariedades mínimas, pero al lado de todas las cosas importantes que tenemos, no califican”, indicó.

GIRA POR MÉXICO

Carlos Seoane a fines de mayo partirá rumbo al país azteca donde brindará una serie de conciertos por varias ciudades mexicanas. Esta será, según lo manifestado por el cantante, su cuarta gira por México y el espectáculo “será el mismo” que presentará en Pringles, “con algunas cositas que yo siempre cambio adaptándome a los lugares donde estoy, pero en esencia va ha ser lo mismo”, manifestaba Seoane.
Previo a su gira por México, el artista católico realizará una serie de actuaciones en algunas ciudades argentinas, como las que llevará a cabo 22 de mayo en Punta Alta y el 23 en Bahía Blanca.
“En estas ciudades voy a estar con Kiki Troia”, así lo señalaba al programa Es por Cristo; “en Punta Alta vamos a dar un retiro para músicos y por la noche un concierto y como al día siguiente es Pentecostés, va a hacer orientado hacia la reflexión de la persona del Espíritu Santo, y un poco de oración también. Y el domingo 23 vamos a estar haciendo el mismo retiro para músicos y para artistas en Bahía Blanca”.
En su presentación en Coronel Pringles, también contaría con la presencia de Troia.
Sobre este artista católico y también argentino, Carlos Seoane expresó que “con Kiki Troia hicimos un disco por el año paulino poniéndole músicas nuevas a textos de San Pablo y la verdad que quedó muy lindo ese disco y estamos muy contentos con ese material. Pero además de ese disco trabajamos juntos en muchos discos anteriores. Kiki es el arreglador del disco ‘Dios está aquí’, también arregló ‘Humor de los humores’, parte de ‘La Marca del Sol’ la arregló el. Venimos trabajando juntos desde hace muchos años, nos llevamos muy bien y nos gusta trabajar juntos”, indicó.
Los conductores de Es por Cristo agradecieron la amabilidad del artista por la comunicación telefónica y por venir a clausurar la II Expo Pastoral, de la que será un hermosa fiesta para toda la comunidad, a lo que Seoane aseguró que “la verdad que va ha ser una fiesta”.
Ya despidiéndose del programa Carlos Seoane dijo: “Yo les agradezco a ustedes el haberme invitado, para mi va ha ser un placer muy grande poder estar con ustedes; y les mando un gran abrazo a todos los oyentes que nuestro buen Dios los bendiga, los guarde y hasta que nos encontremos que los guarde en la palma de su mano. Un abrazo grande”.

Solo resta esperar al 28 de agosto para disfrutar de lo que será una gran fiesta.

Un poco de catequesis sobre el Espíritu Santo

jueves, 13 de mayo de 2010


En la tarde de Pascua, Jesús resucitado dice a los Apóstoles reunidos en el Cenáculo: «Reciban el Espíritu Santo» (Jn 29,22) y, tras haberles prometido una nueva efusión, les confía la salvación de los hermanos, enviándolos por los caminos del mundo: «Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,19-20).

Proponte conocer más al Espíritu Santo y relacionarte con Él, de las siguientes maneras:
1. Siempre que leas o escuches la Palabra de Dios, pon atención para descubrir la presencia y acción del Espíritu Santo en las acciones salvíficas de Dios.
2. En todos los momentos de oración personal o comunitaria (Misa, sacramentos…) ten presente al Espíritu Santo, para conocerlo y dejarlo actuar en ti y en la comunidad.
3. Invoca al Espíritu todos los días y en los momentos más importantes de tu vida.

La acción del Espíritu Santo en la Iglesia y en cada creyente.

Reflexiona y comparte con otros qué significa para ti decir: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, o decir Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Y pregúntate si lo haces tomando conciencia de su significado.

El Espíritu actúa en dos ámbitos, como recordaba el Siervo de Dios Pablo VI:
«El primer campo es el de cada una de las almas... nuestro yo: en esa profunda celda de la propia existencia, misteriosa incluso para nosotros mismos, entra el soplo del Espíritu Santo. Se difunde en el alma con el primer y gran carisma que llamamos gracia, que es como una nueva vida, y rápidamente la habilita para realizar actos que superan su actividad natural
»El segundo campo «en que se difunde la virtud de Pentecostés» es «el cuerpo visible de la Iglesia... (Carta del Santo Padre Juan Pablo II a los sacerdotes para el jueves santo de 1998).

¿Cuáles son los dos ámbitos en que actúa el Espíritu Santo?
¿Has experimentado la presencia y acción del Espíritu Santo en tu vida? ¿Recuerdas algunos momentos concretos?
¿Recuerdas la presencia del Espíritu Santo en la vida de Jesús?

Reflexiona lo que te dice el siguiente párrafo:
Sin el Espíritu, Dios está lejos, Cristo queda en el pasado, el evangelio es letra muerta, la Iglesia una simple organización, la autoridad es dominio, la misión es propaganda… En cambio en el Espíritu el cosmos se levanta y gime con dolores para dar a luz el Reino, Cristo resucitado está presente, el Evangelio es fuerza de vida, la Iglesia significa comunión trinitaria, la autoridad es servicio liberador, la misión es Pentecostés. (Ignacio IV Hazim, Patriarca de la Iglesia griega ortodoxa de Antioquia).

El Espíritu Santo, como Fuerza divina, tiene la misión de llevar el evangelio a todas partes, haciendo conocer quién es Jesús, el cual había dicho a sus discípulos: “El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todo y les recordará todo lo que Yo les he dicho” (Jn 14,26).
En cuanto a nosotros, cuando el Espíritu Santo nos es dado en el sacramento del bautismo, nos comunica vida divina, haciéndonos hijos de Dios; nos transforma en miembros de Cristo muerto por nuestros pecados y resucitado para darnos vida divina (Rm 4,25); y nos congrega en Iglesia, como Pueblo de Dios. Después recibimos nuevamente el Espíritu Santo en la confirmación y en cada celebración eucarística, en que comulgamos el cuerpo y la sangre de Jesús.

A lo largo de nuestra vida, el Espíritu Santo -si le somos fieles- nos guía, nos ilumina, nos conduce, nos enseña, nos conforta, nos consuela, nos hace testigos seguros y audaces de Jesús, nuestro Señor; nos asiste en las tribulaciones y finalmente resucitará nuestros cuerpos mortales, como escribe el Apóstol Pablo: “Si el Espíritu de Dios, que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes; Aquel, que resucitó a Cristo de entre los muertos, dará también la vida a sus cuerpos mortales, por el Espíritu que habita en ustedes” (Rm 8,11).

“Si yo llegué acá es por la oración de muchos”




Así lo manifestó Maximiliano Garaicochea, el diácono pringlense que el próximo 27 de agosto será ordenado sacerdote por Monseñor Guillermo Garlatti, Arzobispo de Bahía Blanca.

La noticia, que causó una gran alegría y sorpresa, se conoció en nuestra ciudad a fines de la semana pasada; y en comunicación telefónica con el programa católico Es por Cristo, conducido por Cristina Iaffei y Guillermo Elcano y que se emite por FM Transformación los sábados de 10 a 11 hs,, el ahora diácono y futuro sacerdote decía lo siguiente: “el miércoles por la tarde (5 de mayo) me llamó el arzobispo para comunicarme la fecha y el lugar para que empiece a poner toda la maquinaria en movimiento, para que me empiece a preparar más intensamente.”
Este llamado fue una gran sorpresa para Maximiliano Garaicochea, más conocido como Maxi, puesto que no esperaba que su ordenación se diera tan pronto.
“La verdad que a mi me causó mucha sorpresa, manifestaba el futuro sacerdote pringlense, porque no me imaginaba que ya se hubiese decidido y que tampoco iba a ser tan pronto.”
A la consulta por parte de Cristina Iaffei si las ordenaciones sacerdotales suelen ser tan pronto o los períodos son más largos, teniendo en cuenta que en diciembre del año pasado fue ordenado diácono, Maxi indicó que “varía mucho. Los últimos años las ordenaciones han sido entre finales de septiembre y principios de octubre. Es lo que venía disponiendo en los últimos tres, cuatro años desde que Mons. Garlatti es obispo. Por eso también nos llamó mucho la atención a nosotros que sea en agosto”, indicó.
El diácono Garaicochea también adelantaba en el programa radial que él no será el único en ser ordenado sacerdote: “Juan Francisco Palacio, que es el diácono que está en la parroquia Virgen del Carmen de Tres Arroyos, será ordenado el 28 de agosto a la mañana en la Catedral de Bahía Blanca; y el otro diácono, Alejandro Guidobaldi que está en la parroquia San Luís Gonzaga de Bahía Blanca, será ordenado el viernes 3 de septiembre en la parroquia María Auxiliadora de Punta Alta.”
La ordenación sacerdotal de Maxi Garaicochea será un acontecimiento de júbilo para la comunidad pringlense por todo lo que implica que un joven de nuestra ciudad consagre definitivamente su vida a Dios y en un mes tan especial como agosto en que la comunidad católica de Pringles celebra el 30 de ese mes la fiesta de su patrona, Santa Rosa de Lima.
Cabe destacar que el viernes 27 de agosto se habilitará la II Expo Pastoral, que este año se realizará en las instalaciones del Fortín Tradición y Libertad. La misma culminará el sábado 28 con la actuación del cantautor católico argentino Carlos Seoane, quién vendrá acompañado por el también músico católico argentino Kiki Troia.
Durante el desarrollo de la entrevista, Garaicochea expresaba que “en realidad, todavía no puedo decir que estoy contento, porque estoy como en una nube, de a poquito voy cayendo y de a poco me voy dando cuenta que en tres meses me van a ordenar…”
“Más allá de la preparación interna, espiritual de uno, prosiguió Maxi, también está todo lo externo: ceremonia, cantos, invitaciones… van a venir tres meses moviditos, más todo el trabajo, gracias a Dios, de la comunidad Virgen del Carmen de Coronel Suárez”, parroquia en la el diácono pringlense se encuentra al servicio de Dios.
“Dios prepara las cosas de la mejor manera y nos permite este tipo de alegría y que son el premio para aquellas personas que le sirven bien”, en alusión a que los conductores manifestaron que al día siguiente de que el obispo le comunicó la fecha de ordenación, la madre de Maxi cumplió años y que podría considerarse como un regalo de cumpleaños sabiendo la vida espiritual de Marta De Medio, mamá de Maxi, y el trabajo que hace por las vocaciones sacerdotales.
Al final de la entrevista. Garaicochea se despidió con estas palabras”…siempre, siempre un eterno gracias a la comunidad parroquial de Coronel Pringles porque desde el 26 de febrero del 2001 que entre al seminario nunca, nunca, nunca, nunca dejaron de rezar por mi ni me dejaron faltar nada. También es un premio a la fidelidad de toda la comunidad, porque en definitiva si yo llegué acá es por la oración de muchos, no por méritos propios, sino por la oración de toda una comunidad que siempre me estuvo bancando y poniendo el hombro para que uno pueda devolverle esto, que en definitiva es de ustedes, la comunidad”.
Así se despedía Maximiliano Garaicochea, el diácono pringlense que será ordenado sacerdote el próximo 27 de agosto a las 19 horas en nuestra parroquia de Santa Rosa de Lima.